1 · Diario de un Holgazán I

|

Las vasijas y cacharros de barro solo sirven para juntar tierra. Y yo para juntar años sin hacer nada. Pero eso era hasta hoy porque acabo de jurarme por mi mismísima vida que voy a hacer algo con ella antes que cambie de sexo y deje de llamarse vida para llamarse muerte. Es que ya hace casi veinticinco años que atravesé el Edipo y aún creo que mi vieja me va a castrar. Aunque esta vez tengo la sospecha de que es por estar al divino botón.
Me propuse quichicientas veces hacer algo, pero siempre por h o por b encontraba algo más interesante que comenzar con esa tarea que le llaman realizarse. A veces está mejor tirarse a ver programas donde la gente vota para eliminar participantes; creo que le llaman realities y los pasan por la televisión de aire. Volviendo al tema; lo de hoy es diferente. Porque ya pasé cuarenta y ocho horas sin dormir por culpa de no tener nada que hacer en la vida. Y lo peor de todo es que ninguno de mis amigos me preguntó nada, a veces pienso que nunca están cuando uno los necesita.
Es que encontrar un objetivo no es fácil y menos aún en verano donde todo el mundo disfruta del ocio y tiene demasiado calor como para ponerse a pensar en aguna actividad para mi. Claro que esto es aprovechado por los cerdos del capitalismo postmoderno que nos condenan a tener el mínimo contacto con el mundo y a drogarnos con series yanquis compradas al inmigrante que tira su manta en la esquina. Pero siempre entre capítulo y capítulo uno tiene tiempo de reflexionar y preparar un tereré o ir al kiosko a comprar cigarrillos. Aunque pensándolo bien está mejor ir al kiosko escuchando música que ir al kiosko reflexionando.
Es que se pierde tiempo reflexionando, o al menos eso es lo que pensaba hasta hace unas horas cuando decidí que había encontrado sentido a la vida y que me había puesto un objetivo y que esta vez lo iba a alcanzar. Digo esta vez porque pocas veces uno lo alcanza: nunca pude ser la estrella de pop latino que soñaba cuando pequeño y mucho menos pude ser arqueólogo y que John Hamond me llame para pegar una vuelta por su parque jurásico. Siempre pienso que la gente se pone metas inalcanzables, y después cuando se da cuenta que no las puede alcanzar se deprime. No es que las mías hayan sido descabelladas; simplemente no me aboqué a conseguirlos o dejaron de interesarme.
El problema de tener un objetivo es mera cuestión de lógica; me refiero a que no debería ser un problema en sí mismo, sino que el problema debería ser poder alcanzarlo. Pero si desconozco mi objetivo mucho menos voy a saber cómo alcanzarlo. Y por otro lado, si sé lo que quiero pero desconozco los medios para alcanzarlo, queda trunco y me encierro a ver programas de chimentos sumido en una profunda depresión. Como el huevo y la gallina; o como otra de mis metas de niño: ser un científico importante y medio loco como los de los dibujitos. Mis mezclas de detergente, agua ras, aceite y Odex nunca produjeron ninguna explosión ni ninguna vacuna contra alguna enfermedad del subdesarrollo; y aunque yo insistía a madre en que llevemos ese preparado para que lo prueben con enfermos terminales de ébola o malaria, sólo obtuve penitencias por manchar mi joggineta.
Ya son casi las diez de la noche. Tengo que comer, lavarme los dientes e irme a dormir. Es demasiado tarde para ponerse a pensar en algo para hacer. A estas horas la cabeza ya no le funciona a uno y se pueden cometer errores. Y uno no quiere errar en la titánica tarea de descubrrir su propia vocación.

Mañana será otro día.

|














"ESTAMOS LLEGANDO.
ASÍ. COMO LOS BOLIVIANOS"