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LA POSTMODERNIDAD SE
ESTÁ LLEVANDO COSAS.
MUCHAS.



2. Diario de un Holgazán

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Hoy el día amaneció tan tarde como siempre; y, como siempre, sin nada para hacer. Decidí que iba a arreglar el patio trasero antes que la National Geographic quiera producir un documental sobre las yungas.


Hacía mucho que no salía al patio y me encontré con una parra que amenazaba con mutar en el dios Baco. Creo que pasó mucho tiempo desde la última vez que la acomodé con sus tutores. Pero lo mas curioso no fue la maraña de hiedras, parra y yuyos. Me di cuenta que algo andaba mal. Algunas plantas tenían cortes en sus ramas, incluso me encontré con que plantas que antes estaban maravillosas hoy sólo eran un agujero en la tierra. Descubrí un curioso orificio en la medianera que no me atreví a meterme en el, pero mis vagos conocimientos de arquitectura me dicen que da al interior del galponcito de mi vecina Leonor. Luego de maravillarme con lo productivo que había resultado el día después de tantos descubrimientos, pensé en lo vieja que estaba esa pared y me dije que la próxima semana llamaría al albañil para que solucione eso aunque tenga que lidiar con la rara de Leonor.


A veces me trepo a la medianera para chusmear como tiene su jardín pero acabo por ofuscarme y brotarme de envidia. Me pregunto qué tendrá la tierra del jardín de Leonor que no tenga la mía. Mientras sus pensamientos crecen hermosos los míos se marchitan o simplemente desaparecen dejando un orificio en la tierra. Algo me dice que no son topos. No, definitivamente esta no es zona de topos.


Tengo el presentimiento que me los roba, pero como en este país todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario, no puedo hacer nada. Quizás alguno de estos días me quede despierto mirando por la ventana esperando el momento en que la octogenaria ingrese en mi jardín y birle mis pensamientos. Podría preguntarle si vio por casualidad unos plantines, pero seguramente me diría que no. ¿y si es solo una idea mia?


Quizás lo mejor será que desarrolle un plan para seducirla con una planta irresistible; creo que le dicen la flor del pájaro y la venden en el vivero que está a la salida del pueblo. Ya tengo dos tareas para realizar: llamar a un arquitecto y un albañil para tapar el orificio en la medianera y comprar una magnífica planta para mi magnífico plan de seducción de la cleptocompulsiva de mi vecina así puedo atraparla in fraganti y sentarla frente a un tribunal que la juzgue.


Quizás la vieja no tiene nada que ver y la posibilidad de una colonización subterránea de topos no es tan descabellada. Empiezo a preguntarme si de verdad vale la pena acusar a una viejita, pero mi jardín tiene derecho a florecer y alagarme con sus colores vivos. No pierdo nada con probar su inocencia… o su carácter criminal.


Mañana intentaré levantarme temprano para hacer esas tareas.

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signo de los tiempos.
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